Una de esas largas noches una estrella fugaz pasó ante sus ojos. Le habían contado que si alguna vez conseguía ver una de estas estrellas pidiese un deseo inalcanzable. La niña cerró fuertemente los ojos y gritó " ¡¡¡Quiero tocar una estrella!!!! Pero no sucedió nada.
Pasaron los años y nuestra protagonista se hizo mayor...Estudió y estudió con el fin de poder enseñar a niños, pero no a unos niños cualquiera..., debían ser ESPECIALES, tan soñadores como ella, llenos de alegría, y un sinfín de requisitos que ella buscó en todos los coles en los que estuvo.
Cierto día fue destinada a una escuela de un pequeño pueblecito.
Allí la llevaron a un aula preciosa, llena de luz y color. Cuál fue su sorpresa cuando con el sonido de los motores de unos autobuses que anticipaban la llegada de los alumnos, comenzaron a entrar en clase, uno a uno, 5 pequeños valientes con las sonrisas más maravillosas que aquella maestra había visto nunca. Le encantaba trabajar con ellos, pasaba el día disfrutando de sus esfuerzos y avances. Jugaban juntos a piratas y bucaneros, indios y vaqueros, librando grandes batallas, visitaron mil y un lugares misteriosos,...pasaron grandes momentos juntos, tanto que nuestra maestra no creía que pudiese ser más feliz.
Un día jugando, con una de las pequeñas, notó algo que nunca había sentido antes, como un destello en la sonrisa de aquella niña, fue un momento, casi imperceptible, pero muy brillante. Se quedó muy sorprendida, pero siguió trabajando a su lado. Al día siguiente el destello fue mayor aún, y nuestra maestra notó que ese brillo venía de la sonrisa de aquella pequeñuela. Cada día, cuando jugaban juntas y la niña sonreía, volvía a suceder lo mismo, pero cada vez con más intensidad, por lo que a la niña le comenzaron a llamar “Chispita”, ya que su carita se iluminaba con miles de chispas cuando sonreía, contagiando su alegría a todo el que la rodeaba.
Pero una mañana, cuando la profe llegó al aula, notó algo diferente, todo parecía distinto, como si algo estuviese fuera de sitio. Cuando los niños entraron en clase, la maestra se dio cuenta que Chispita no estaba. Estaban todos muy preocupados. Los chicos y ella querían saber dónde estaba.
La buscaron por todos sitios, en todos los países que habían visitado juntos, por todos los sueños que habían vivido, pero no conseguían encontrarla.
Así pasaron días y días; estaban muy cansados, por lo que decidieron parar un ratito. De pronto, mirando al cielo, observaron algo muy especial que les hizo a todos sonreír de nuevo. Era Chispita. Estaba allí arriba, con todas las estrellas del firmamento, saludándoles con su preciosa sonrisa. Era la más bella, la que brillaba con más fuerza.
Nuestra maestrilla, sintió una inmensa felicidad al verla, y fue justo en ese preciso momento cuando comprendió que el deseo que tuvo de niña, aquel que tanto pidió, le había sido concedido…
Había podido tocar una estrella: SU PRECIOSA CHISPITA.
A Elsa, mi Chispita.