Trabajar con sustancias tan atractivas para un niño como la tierra, semillas, bulbos, abono,... resulta muy interesante dentro del aula, ya que son múltiples los beneficios aportados de cara a nuestros chicos y chicas.
En primer lugar, es placentero y motivador; seguro que todos recordais algún momento de vuestra niñez en el que el contacto con algún jardín, huerto, o en el campo con nuestros padres o abuelos, os hacía disfrutar de lo lindo. Pues es éste el principal objetivo que perseguimos con esta actividad, el disfrute de los alumnos, un rato agradable por encima de todo: aprendemos y nos divertimos.
Por otro lado, y derivado de lo mencionado anteriormente, estamos jugando, y no un juego cualquiera, estamos jugando a ser mayores, estamos jugando a ser, en este caso, jardineros, es decir, lo que llamamos juego simbólico, muy importante en todo el proceso de desarrollo de cualquier niño/a.
El trabajo con la tierra, adicionalmente, nos ofrece una gran oportunidad de trabajo manipulativo, de cara a desarrollar objetivos relacionados con la motricidad, tanto fina como gruesa, al ejecutar distintos movimientos en diferentes tareas como puedan ser el escoger las semillas o bulbos, siembra de las mismas, riego,...
Además, se genera en los chicos un sentimiento de responsabilidad hacia un ser vivo, debiendo proporcionar cuidados para que la planta asignada a cada uno crezca. Observar día a día como una semilla se transforma en planta es algo, que para nuestros alumnos/as es muy satisfactorio.
Se trabajan también aspectos relacionados con los sentidos de forma global, el tacto y olor de la tierra, de las diferentes semillas; el color y las formas de los distintos elementos y herramientas que utilizamos,... y otros, son ejemplos de que esta actividad contribuye a la estimulación sensorial.
Es también, una tarea muy relajante, que mejora el estado de ánimo y nos sirve de ayuda en aspectos tales como la estimulación de la memoria, la capacidad de concentración y atención,...
Mencionar por último, que al realizar esta actividad dentro del aula, se contribuye de forma muy directa, a aumentar el conocimiento y la interacción con el resto de los compañeros/as, la afectividad, la autoestima, el sentimiento de logro, el gusto por la participación y el trabajo en grupo, objetivos, todos ellos, de suma importancia en la infancia.
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